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miércoles, 6 de abril de 2011

Las LXVII millas romanas desde dentro


Este fin de semana toca patear, y patear bien, vamos a recorrer Mérida y sus alrededores realizando las LXVII millas romanas (según los romanos, la milla romana equivalía a 1000 pasos y cada paso era el recorrido completo de un pie, después de apoyarse en el otro), para que nos entendamos unos 100 km. que hay que recorrer en un plazo máximo de 24 horas.

Aproximadamente a primeros de año comienzan los preparativos de esta singular prueba, la única de ultrafondo que se realiza en Extremadura. Alfonso y Domingo, presidente y secretario del club Camino de la Plata de Mérida, se dedican a buscar patrocinadores públicos y privados, que sin su apoyo tendríamos difícil sacar adelante la prueba.
Cuando se abre el plazo Carlos se encarga de las inscripciones, de administrar y atender las consultas de los participantes en el foro y unos días antes un grupo de socios y amigos se dedican a dar color a las farolas de la ciudad y a los caminos de los alrededores con la señalización.

Son las cinco de la tarde y van llegando al polideportivo Diocles, centro neurálgico de la prueba, los primeros colaboradores, no voy a dar nombres porque seguro que se me olvidaría alguno y sin ellos  (unos 60 aproximadamente) sería impensable la realización del evento.
En una de las zonas del polideportivo se encuentra repartido el avituallamiento de los diferentes puestos de control, en una de las pistas se organizan tres filas para recoger los dorsales y la bolsa de corredor, Domingo explica a Protección Civil los puntos conflictivos de la prueba.

Sobre las 6 de la tarde van llegando los primeros corredores, el portugués Joao Batista tiene algún problema con su nombre y dorsal, llegan los amigos de Córdoba, los fieras de la prueba, suelen copar las primeras posiciones, de Cadiz, de Zaragoza, de muchos puntos de la península y de las islas así como los corredores extremeños. Huele a Reflex y a Radiosalil, las ampollas de glucosa se reparten como rosquillas, suelen hacer falta cuando pasamos de los 60 km. Tiritas y segunda piel para intentar solucionar el problema de las ampollas (que no tienen solución) ¿Qué zapatillas llevas? La Salomon XT Wind, muy buena para el barro, pero ¿aquí no hay barro? Pues es verdad, y tu ¿cual llevas? Las Mizuno Corresola Pro. Ahhh . Y tú ¿Cómo estás? No muy bien, lesionado por aquí por allá, a todo el mundo le duele algo, son los nervios antes de la salida. Conversaciones habituales antes de la prueba.

Sobre las 8 de la tarde salimos del polideportivo para dirigirnos a la plaza de España, hace una tarde magnifica y hay un gran ambiente, los veladores de las cafeterías se encuentran a tope de gente mientras los participantes sellan las tarjetas de ruta, es el primer sello, quedan muchos sellos hasta finalizar al día siguiente, fotos de rigor y muchos ánimos de los familiares y aficionados, mi equipo del Camino de la Plata estrena equipamiento, como no, foto al canto.


Son las nueve menos dos minutos, los políticos dan la bienvenida a los participantes, es época de elecciones y queda bien.  Al sonar la última campanada del reloj de la plaza, se da la salida, atravesamos las calles de Mérida para tomar el camino de Aljucén siguiendo el río Guadiana, los últimos rayos de sol dan paso a una noche sin luna, enseguida se encienden los frontales, una procesión de luces sigue el camino del río, voy solo, como al igual que el resto de participantes, no me encuentro bien y no quiero perjudicar a ningún compañero de hazaña. Segundo sello Aljucén, los primeros seis kilómetros, damos la vuelta, me cruzo con multitud de luces que se dirigen al puesto, adelanto a Paco Corado, de mi equipo cuando estaba haciendo una necesidad que nadie puede hacer por él, se pega a mí y continuamos juntos, poco a poco las luces del puente Lusitania se acercan, lo atravesamos a la hora en la cual Mérida disfruta de una estupenda noche de viernes, Curro nos espera al otro lado para aprovisionarnos de agua, pasamos bajo el puente Romano y seguimos el camino de Alange, por la margen izquierda del Guadiana. A dos kilómetros antes de llegar al control ya vemos venir a los primeros, o sea  que nos sacan cuatro kilómetros, Manolo Guillén de nuestro equipo, va muy bien colocado detrás del grupo de cabeza, detrás Carlos y Ángel, también del equipo.
Nuevo sello, km. 18,72, tomo un plátano, necesitamos glucosa y potasio y alguna bebida isotónica, enseguida continuamos, cruzamos con los pretorianos, habituales de la prueba, este año acompañados por el campeón de España invidente de carreras de montaña, va cogido a una barra, entre dos pretorianos. Cruzamos con Gerardo, del equipo,  va acompañado de Enrique, el segundo del cuadro de honor con 10 miliarios de doce ediciones, un poco más atrás Abencio de los pretorianos, no lo veo muy bien parece que va sufriendo mucho. Llegamos de nuevo al puente romano lo cruzamos y por las calles de Mérida nos dirigimos al polideportivo.

Siguiente sello, ya llevamos 27,40 km. Unos descansan, otros comen algo de pasta y caldo, otros intentan recuperar los pies que ya se encuentran algo machacados, mi compañero se fuma un cigarro, es joven y va sobrado, enseguida partimos, con nosotros un grupo de tres bejaranos, uno de ellos muy veterano con 68 años. Es noche cerrada no hay nada de luz, la señalización exterior es buena, mejor que otros años, subimos andando la cuesta de la Agüina y la bajamos corriendo, con cuidado porque el terreno es irregular, el bejarano veterano se calló en la subida, menos mal que no se hizo daño.
Llegamos a la carretera de Mirandilla, 36,87 km. Los colaboradores como en todos los controles atienden al personal  según las necesidades, unos piden fruta, algún pastelillo o réflex el que viene un poco tocado. Unos segundos de charla y para desahogar, y continuamos, pasamos la calzada romana y el miliario, símbolo de la prueba y entramos en la casa de Campo, zona de muchas pérdidas en ediciones anteriores y muy bien marcada en esta, un tropezón casi me hace caer y llevarme por delante a Paco. Cruzamos la N-630 y entramos en la dehesa boyal, una nueva zona conflictiva para la señalización, me han comentado que los primeros se perdieron, ahora, a nuestro paso la dehesa parece un mar de luces que destacan en la oscuridad de la noche. Los bejaranos se quedan atrás, Paco y yo llegamos al lago de Proserpina, decidimos correr para que se haga más corto bordear durante un par de kilómetros el perímetro del lago.

Control de Proserpina  44,33 km, voy bien a pesar de no haber entrenado, llevamos buen ritmo, corriendo en las bajadas y andando en las subidas, también aprovechamos los planos para correr. Tenemos sanwiches salados y coca colas ¡que lujo! Lo dulce me sale por las orejas, como un par de ellos y una coca, mientras estiramos. Llegan los bejaranos y Angel Constantino, también del club, lleva lesionado con el menisco roto un par de años que no le permiten correr, pero se ha liado la manta a la cabeza y dice que va muy bien. Se une a Paco y a mí y partimos, detrás se oye a los bejaranos, entramos en el camino del Lavadero, hay grandes charcos de agua, el terreno es granítico y le cuesta absorberla, al final del camino el redil donde un grupo de grandes mastines, nos da la nota todos los años, esta vez están tranquilos, pasamos el redil y no salen a recibirnos. Giramos a la izquierda para tomar el camino de Villa Josefa, creo que tengo ampollas en los pies, no es habitual, llevo buen calzado pero no buenos calcetines, no he valorado esta situación, el terreno del camino es de graba gorda y la planta del pie lo va sufriendo. Entramos en Mérida de nuevo, nosotros tres más los tres bejaranos, decidimos correr, los bejaranos no se orientan nada bien, en cada calle y en cada cruce se extravían aún teniendo las señales de frente, menos mal que vienen con nosotros que conocemos el terreno.

Llegamos de nuevo al Diocles 55 km. ya hemos pasado el ecuador, los bejaranos quieren salir enseguida, yo voy a cambiar de calcetines y de calzado, comer algo y estirar, en esto echamos una media hora, los bejaranos ya se han ido, partimos los tres, detrás viene un portugués que no nos pierde de vista, no quiere perderse en el circuito urbano. Salimos de Mérida, cruzamos bajo el puente de la autovía A-5, el colaborador de ese puesto está enfermo por lo que tenemos unas cajas de botellas de agua para surtirnos, no tomo nada, en el polideportivo he vuelto a llenar mi camel back de suero hiposodico, a mi me funciona muy bien, me aporta casi todo lo que me va faltando que va siendo mucho. En la amplia pista que se dirige a Mirandilla, me voy quedando atrás cuando vamos andando y los engancho cuando corremos, está amaneciendo y ya tenemos el pueblo a la vista, entramos en zona asfaltada, Paco da un tirón, se encuentra fuerte y quiere intentar bajar su tiempo, Angel se queda conmigo, el portugués se va detrás de Paco. Zona de descenso, venga Angel vamos a trotar, es asfalto y enseguida noto un chop chop en la planta del pie, acabo de reventar la ampolla y todavía me quedan 30 km, creo que voy a penar bastante.
 Llegamos al control de Mirandilla 69,56 km en los locales de la piscina del pueblo, Paco está allí fumándose un cigarro, se ha dado cuenta que no llega para rebajar su tiempo y decide quedarse con nosotros, me quito la zapatilla y el calcetín y pido un poco de betadine, me pinto la planta del pie de negro, tomo una ampolla de glucosa y partimos, vaya subidón, me encuentro muy bien y aprovecho incitando a correr a mis compañeros, pero es una ilusión la fuerza me dura cinco o seis kilómetros, los cuádriceps los llevo como guitarras de las que una de sus cuerdas parece que va romperse de un momento a otro y ampollas que no suelen salirme pero me equivoqué con los calcetines.

Llegamos al cortijo de Campomanes casi 79 km. solo líquido, tomo una botella, nos adelanta un grupo, les digo a mis compañeros que tiren que ellos van muy bien pero deciden quedarse conmigo, hasta San Pedro es una zona de sube y baja, a pesar de los dolores sigo corriendo en las bajadas.
San Pedro de Mérida 83,63 km, para mi el mejor control, como todos los años, con dulce, salados, isotónicas  y coca colas frías y muy bien atendido como siempre, voy a seguir sin dar nombres pero ell@s saben quienes son, no falta de nada y si quieres café, también tienen. Hacemos una larga parada, ya nos da un poco igual, lo que queremos es llegar, aprovecho para meter mis pies en agua fría en la fuente del pueblo y descansar, mientras tanto sigue pasando gente que saludamos. Paco, Angel ¡nos vamos!, pues adelante, un pasito más, el problema que tenemos es que hasta Trujillanos es todo asfalto, muy bueno para mis pies, y los del otro, y del otro y del otro. Sacando fuerzas de donde no quedan,  avanzamos por la pista asfaltada que da servicio a la autovía A-5. Centro de interpretación del parque natural de Cornalvo, cuesta abajo y a correr, entramos en Trujillanos, llegamos a la plaza, último control.
Trujillanos 90,86 km. Aquí decidimos parar poco tiempo, Angel me da una glucosa, en el botiquín del control no quedan, llegan los pretorianos con el corredor invidente, son una piña, su lema es no dejar a ninguno tirado, viene un gran grupo, nosotros salimos antes que ellos, pasamos bajo la autovía por un paso inferior por el que corre unos centímetros de agua, la organización ha colocado unos palés con algo de separación para intentar no mojarnos los pies, pero para los pretorianos y el corredor invidente va a ser un problema saltar los palés. Tomamos a la izquierda y enfilamos la pista que nos llevará directamente a Mérida, todavía puedo correr no sé como lo hago, mis piernas son dos postes de la luz, no tengo rodillas para articularlas, pero sigo adelante, al fondo la torre del Ocaso, cada vez más cerca, llegamos al vivero y un control sorpresa, debe haber algún listillo que no realice la prueba íntegramente, en el control, alguien muy querido para mí (no doy nombres). Último repecho y ya estamos en el alto, Mérida a nuestros pies, un par de kilómetros de descenso y entramos en la Avda. de Juan carlos I, la gente se sorprende, unos no conocen la prueba, otros sí, y nos dan ánimos para llegar, pasamos bajo el ferrocarril, venga Paco que llegamos, Angel llama a su mujer para que esté en la plaza para la foto, ha sido un gran reto para él después de tanto tiempo. Subimos la Rambla, Puerta de la Villa y descendemos por la calle Sta. Eulalia,

 nos ponemos a correr como locos sorteando a la gente, es sábado por la mañana y están de tiendas, los que vieron la salida anoche no se hacen la idea de que todavía estemos corriendo.


Y la Plaza km. 100, LXVII millas romanas, 67.000 pasos romanos, aplausos, fotos, emociones, Paco con su mujer y sus niños, la mujer de Angel, los del grupo que han llegado antes poniéndose de cervezas hasta las cejas y el miliario, ya casi tengo una calzada.
 El diploma 16 horas 50 minutos, una hora más que el año pasado, pero no importa, para mí este año ha sido el más duro, y la tarjeta de control llena de sellos.

Gran ambiente en la plaza mientras llegan otros corredores, los bejaranos, los pretorianos, los maños con su bandera aragonesa. 


Enhorabuena a todos los que terminaron y a los que no, que no pierdan la ilusión y que repitan el año que viene que les merecerá la pena.